Estudió Bellas Artes en Barcelona y París, ciudad en la que también se interesó por los estudios sobre civilizaciones y arte primitivo. En el año 1958 realizó sus primeras obras textiles y, en 1960, instaló su casa-taller en Sant Cugat del Vallès (Barcelona), ciudad que durante esa década se convirtió, de la mano del artista Josep Grau-Garriga y la Escola Catalana del Tapís, en el centro de investigación y constante innovación de esta técnica artística.
La trayectoria de Codina se enmarcó en el arte del tapiz de investigación. Después de su período de formación y de sus primeros pasos como pintora informalista, descubrió las facultades de algunas materias, en particular, de las fibras, con las cuales empieza a trabajar, fascinada por las obras primitivas vistas en el Museo del Hombre de la capital francesa. Las obras realizadas entre 1961 y 1962 transmitieron ese origen y esa atmósfera mágica y en ellas destaca la presencia del yute, la lana y de algún objeto y tejido de metal.
Su posterior colaboración con los arquitectos Oriol Bohigas, Josep Martorell y David Mackay la llevaron a reflexionar sobre problemas arquitectónicos y de visibilidad. Abandona los efectos pictóricos que se le habían otorgado al tapiz hasta la fecha y renuncia al plano de la pared, adoptando texturas en alto relieve para convertir el textil en elemento tridimensional, acercándolo de esta forma a conceptos escultóricos y arquitectónicos. Es importante destacar la estrecha relación que mantienen sus proyectos con otros ámbitos de la creación, desde la arquitectura, junto a los mencionados Martorell- Bohigas-Mackay; el cine, junto al realizador del Centre de Recherche Cinématographique de la Universidad de Burdeos, Jean Dupla; la música, junto al compositor, Josep Maria Mestres Quadreny o la poesía, junto a Joan Brossa. En el año 1987, el Departament de Cultura de la Generalitat de Catalunya y el Ayuntamiento de Sant Cugat del Vallès organizaron una exposición de su obra.